Miguel Ángel Morales Rosa
Socio Director Evalue Innovación, SL.
Desde hace años, concretamente desde 2003, nuestras empresas han tenido una herramienta muy útil y segura, para la financiación indirecta de las actividades de innovación. Esta herramienta es la deducción fiscal por actividades de I+D, en el impuesto de sociedades.
Desde la Administración, se está realizando un esfuerzo importante para dar a conocer su alcance, y su forma de aplicación. Se asume que las empresas que pueden aplicarse esta bonificación fiscal realizan un esfuerzo adicional, un riesgo extra al propiamente empresarial, que se debe recompensar, y que, si tiene éxito, repercutirá de una forma más estable y duradera en la sociedad y en el tejido industrial.
Sin embargo, todavía existe un gran número de empresarios, directores financieros, responsables técnicos, etc. que no han oído hablar de esta tipología de deducción fiscal. En este sentido, es fundamental la aportación de la promoción e información que realizan las instituciones públicas y los organismos intermedios como los CEEI, los centros tecnológicos de investigación, o la Dirección General de Transferencia de Tecnología y Desarrollo Empresarial.
Existen también empresas que conociendo las ventajas que ofrece la deducción fiscal, no las aplican, pero a qué se debe.
En un gran número de casos, existe una desconfianza importante a la hora de proporcionar información de los proyectos. Una información técnica considerada confidencial que pertenece al core business del negocio, pero que, para la gestión y solicitud del informe motivado, no es necesario desvelar con detalle. Basta, en la mayoría de los casos, con plantear de una forma lógica y razonada las líneas genéricas de trabajo, y las tareas que se originan por cada línea.
En otros casos, es el propio directivo el que considera que la deducción no es susceptible de aplicación, ya que no encuentra fuentes de innovación dentro de su organización o no existe un departamento específico de I+D. Esta autolimitación de las capacidades de la empresa, unido a cierto desconocimiento técnico de los proyectos propios, descarta y obvia la aplicación de tan ventajosa herramienta.
Frente a esto, se hace imprescindible un correcto diagnóstico de los procesos de innovación y de los productos generados por la empresa, realizado por profesionales especializados en la materia, que aseguran, en un alto grado, el éxito del proceso de deducción por las actividades de I+D.
Es cierto que la consultoría en la gestión de la innovación (ésta entendida como gestión del conocimiento) y de la financiación para y por dichos procesos de innovación, se está convirtiendo en terreno abonado para la aparición de consultoras tetrabrik, donde además de estrategia, marketing, servicios financieros, comunicación, fiscalidad, prevención y riesgos laborales, medio ambiente, etc. ofrecen asesoramiento en materia de financiación de la innovación y de su gestión.
Es decir, estas consultoras se han convertido en un bazar de servicios, donde la falta de profesionalidad, experiencia y especialización, están ausentes y devalúan la profesión y a quienes nos sentimos comprometidos con ella, lo que en muchas ocasiones se traduce en falsas y erróneas expectativas hacia los clientes.
Conviene recordar que España disfruta de un sistema fiscal reconocido como uno de los más ventajosos de los países de la OCDE, en donde se pone al alcance de las empresas, ya sean grandes o PYMES, o de una región u otra, una utilísima herramienta para la financiación indirecta de los procesos de innovación (al menos durante los próximos años), y en el que a través de un mecanismo, el del Informe Motivado emitido por el MITYC, se confiere de una seguridad jurídica y fiscal a las empresas que consideran su aplicación.
Ante esta situación, las empresas de nuestra comunidad deben aprovechar para sacar mayor partido a esta herramienta, que con toda seguridad mejora su competitividad y ofrece un futuro más estable y rentable para la mejora de los procesos y productos.
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